Es hora de que nos recordemos a nosotros mismos y que volvamos a soñar. Que ya no nos despertemos de un sueño frío y sin sueños. Que vivamos y sintamos como los mortales. Que muramos cuando llegue el momento. Porque hemos vivido ocultos y olvidados en esta provincia durante demasiado tiempo.
Hizo una pausa y, de repente, estuve pendiente de cada una de sus palabras. Las sentí resonar en mi alma, en las profundidades sin sueños de mi ser.
—Es hora de que regresemos a la montaña. Es hora de acabar con la maldición.