«Lo que te ha sido dado te será arrebatado»: ésa es la norma.
Con casi tres años, uno sabe que un día morirá. No tiene ninguna importancia: ocurrirá dentro de tanto tiempo que será como si no ocurriera. Sólo que, a esa edad, enterarse de que dentro de uno, dos, tres años, uno será expulsado del paraíso, sin siquiera haber desobedecido las consignas supremas, es la enseñanza más dura y más injusta, el origen de infinitos tormentos y angustias.
«Lo que te ha sido dado te será arrebatado»