muchas veces lo deforme no es en absoluto el espejo sino la figura que se le pone delante; ya se sabe que es más fácil acusar al fotógrafo que al modelo. Y las cosas se agravan cuando la figura no es en sí deforme, aunque tus ojos la vean así, cuando no te gustas, cuando te repruebas y te temes por costumbre, por educación, por prejuicios.