Dura una eternidad y en un instante se acaba

muchos de nosotros no recordamos quiénes somos…, éramos…, somos. Somos actores secundarios de nosotros mismos; personas que reconocemos pero a las que no sabemos poner nombre.

Cuando estaba viva, imaginaba que el fin del mundo tendría algo de redención. Pensaba que sería una suerte de purificación. O una simplificación, al menos. Rectificación a través de la reducción. Era capaz de imaginar las ciudades vacías, la tierra recuperada.

pena no es una iglesia vacía ni una casa vacía. Es el mundo entero vacío y yo estoy en él y él está en mí.

No estaría tan mal quedarme aquí eternamente, o durante un tiempo que parezca una eternidad, hasta que muera, quizás.

Sé que no estarás en las dunas. Pero yo sí estaré. Yo estaré y tú estarás a través de mí. Pienso: si estoy en el lugar en el que estuvimos juntas, entonces estamos otra vez juntas.

Fingía que todo iba a estar bien porque me parecía imposible vivir diciendo siempre adiós.

Ojalá hubiese abierto los ojos. Ojalá hubiese apartado la vista de la ventanilla para mirarte en el instante en que estabas mirándome. Ese mundo se me escapó.

Cierro los ojos e intento respirar, pero tengo el fin del mundo en la garganta.

insoportable mirar atrás desde el futuro hacia el que no sabíamos que estábamos viajando. No es verdad. Es insoportable porque lo sabíamos. Estaba a la vista como las palmas de nuestras manos.

Te pregunto cómo te gustaría morir. Tienes la respuesta preparada.

–Dormida después de un gran día –dices.