Las mujeres son afectuosas, me dije al subir al tren de Cherbourg; tienen tendencia a establecer relaciones afectivas hasta en el trabajo, se mueven con dificultad en un universo desprovisto de toda relación afectiva, es una atmósfera en la que les cuesta mucho realizarse. Sufren por culpa de esa debilidad, las páginas psicológicas de Marie-Claire se lo recuerdan continuamente: más valdría que establecieran una clara división entre lo profesional y lo afectivo, pero no lo consiguen, y las páginas testimoniales de Marie-Claire lo demuestran con la misma constancia.