Es, otra vez, el efecto Caillebotte: salen dos canciones pop; los estudios independientes determinan que son igualmente pegadizas; pero una canción se convierte en un éxito masivo, omnipresente en las cafeterías, elogiada por los principales sitios de música, adorada por los estudiantes de secundaria y parodiada incluso en YouTube, mientras que la segunda canción es ampliamente ignorada y al fin olvidada, porque, por alguna razón, nunca pasó por ese momento crucial de la consagración pública. Simplemente, hay demasiadas canciones «lo suficientemente buenas» como para que cada estribillo que valga la pena se convierta en un auténtico hit. La calidad, al parecer, es un atributo necesario pero no suficiente para el éxito