«Detrás de toda gran fortuna hay un gran crimen», dijo Balzac en referencia a esos aristócratas europeos convencidos de que entre sus antepasados nunca hubo un sociópata. Es imposible no pensar en el conde Drácula. Y las monedas de todas las naciones del hemisferio occidental deberían estar estampadas con las palabras de Balzac, para recordar incluso a los recién llegados desde la otra mitad del planeta, puede que de Vietnam, que son herederos de maníacos como Colón, de gente que les rajaba la nariz a los indios, les arrancaba los ojos, les cortaba las orejas, los quemaba vivos y otras lindezas.