pensé en la diferencia que existe entre la gente interesante y la gente agradable, y en que no pueden ir siempre unidos. La gente interesante con la que uno quería estar tenía una manera de pensar insólita, con ellos las cosas se veían bajo una nueva luz, no existían ni el aburrimiento ni la monotonía. Estaba impaciente por saber lo que Eva pensaba de todo, de Jamila –por ejemplo– y de su matrimonio con Changez. Quería conocer su opinión. Eva podía ser una esnob, eso era evidente, pero cada vez que yo veía algo, escuchaba un fragmento de música o visitaba cualquier lugar, no me sentía satisfecho del todo hasta que ella me lo descubría de nuevo bajo una perspectiva distinta. Lo abordaba todo desde ángulos inusitados y todo lo relacionaba. Luego estaba la gente agradable que no era interesante y cuya opinión a uno nunca le importaba. Como mamá, por ejemplo.