El barón da vuelta todo. Los locos, sin cadenas, limpios, vestidos con decencia y bien comidos, reciben trato humano. Los que pueden trabajan por la mañana en limpiar y restaurar el lugar en que viven: comen, descansan y vuelven a sus tareas por la tarde. Hecho lo esencial, Pisani crea un jardín, pero no cuatro canteros, sino un lugar con cascadas, quioscos, glorietas y en las paredes pinturas en trompe l’œil.