La magia de Azul

—El primer secreto es tener los pies bien plantados en la tierra antes de intentar volar —le decía el trapecista.

—Yo también tengo algo que darte —y le entregué a Azul. Lo hice voluntariamente, la dejé ir sin ninguna duda. C

en ese momento podía pedirle a Mateo que le entregara a Azul y sin duda Mateo se la daría. El mago dudó un segundo, miró hacia el telón de boca que cerraba el escenario, ahí encontró la mirada de Jade y supo que no debía hacerlo, que si quería seguir siendo él mismo no podía abusar de su fuerza.

—¿Quién era el perdedor designado?

—Pues tú, Mateo, quién si no.

—Si te decepcionaron mis amigos es seguramente porque esperabas de ellos algo que no podían darte. ¿Qué era eso?

Esa no es una pelotita, se llama Azul, es mágica y solo tiene un dueño. Se llama Mateo. No se irá con nadie más, de la misma forma que yo no dejaría a María por ninguno, aunque fuera un mago y me ofreciera convertirme en león.

, primero se notó en sus calificaciones, pero ahora es claro que después de ese largo periodo en el que vivió en las nubes, está empezando a aterrizar. Me saluda en las mañanas, está pendiente de la Bisa, se fija en lo que otros necesitan, está atento a los demás... Tienes que verlo, es sorprendente...

—Yo no la quería de este color, la que me gusta es esa, la de la centella brillante, ¿me la puede cambiar?

—Nadie puede cambiar la suerte de los otros, cada uno es responsable de la propia. Aprecia lo que te tocó, te aseguro que tiene su chiste.

El primer secreto es tener los pies bien plantados en la tierra antes de intentar volar —le decía el trapecista.

en este mundo cada quien y cada cosa tienen su chiste, el asunto es descubrirlo a tiempo.