Los árboles caídos también son el bosque

Y la flor, abierta como una boca que grita. Muda de sentido en su belleza.

Un dios muy viejo creando al hombre. Lo moldea de barro y lo sopla. Y finalmente ata a sus pies un pedacito de oscuridad al que llama “sombra”.

En la oscuridad el tiempo se desordena, no se agarra de las cosas. El espacio en cambio se expande. También el miedo. Los ruidos adquieren otros significados, como cuando caminamos por un cementerio. Estamos más solos. Se apagan los espejos. La oscuridad es la tierra de los monstruos. Pero no es necesario esconderse. Tampoco posible. La oscuridad es una especie de intemperie.

¿Qué cosas me parecerían bellas si no pudiera verlas? El ruido del agua, sin duda, la música. Pienso olores y sabores.

La ausencia de colores es una especie de silencio.

En realidad era un sillón: tenía brazos. Brazos que no abrazaban pero sostenían con firmeza de madera.

La música es más clara a oscuras. Puedo sentir lo que no veo.

Tu voz fue como tocar la tecla de un do y escuchar un sol.

La oscuridad nunca es perfecta. La luz es su defecto.

Debajo del párpado el ojo sigue abierto.