El mito de la belleza

De jóvenes nos educan para que rehuyamos de identificarnos con mujeres mayores. Ya adultas aprendemos a ser intolerantes con las más jóvenes y a observarlas con impaciencia y desdén. El mito de la belleza está diseñado artificialmente para enfrentar a las distintas generaciones de mujeres. El hecho de reforzar conscientemente esos lazos nos devuelve la plenitud de todos los periodos de nuestra existencia que el mito nos ha impedido descubrir.

Hará falta que seamos compasivas con nosotras mismas y con todas las demás por abrigar sentimientos muy intensos acerca de la «belleza», y tendremos que mostrar una gran sensibilidad hacia dichos sentimientos.

Como la maternidad «estropea» la figura, este escenario en el cual las ricas contratan a las pobres para que lleven a cabo su labor reproductiva, tan poco elegante, es algo inminente

Una mujer nunca puede saber cuáles son sus probabilidades de protagonizar una historia de terror hasta que esto ocurre

Se pretende que la mujer se sienta como un monstruo a pesar de estar entera y ser plenamente funcional desde el punto de vista físico

el trabajo, el sexo, el amor, el dolor y la muerte, a lo largo de los siglos, se entrelazaron en un nudo vivo en el centro mismo de la conciencia femenina: el amor dolía, el sexo podía matar y el doloroso trabajo de parto era un esfuerzo de amor.

La fijación cultural por la delgadez de la mujer no es una obsesión por la belleza femenina, sino una obsesión por su obediencia

sus mentes demuestran ser de sobra aptas, pero sus cuerpos se autodestruyen.

La belleza ideal es ideal porque no existe. La acción reside en la distancia que hay entre el deseo y la satisfacción. Las mujeres no son bellezas perfectas si no hay distancia. En una cultura consumista, ese espacio resulta lucrativo

La violencia que han sufrido las mujeres a manos de sus amantes es de magnitud epidémica