El camino de la plenitud es la donación y, por lo tanto, la entrega gratuita de uno mismo, que exige, necesariamente, la superación del narcisismo y del egocentrismo. La vida plena tiene directa relación con la calidad de vínculos interpersonales que uno es capaz de forjar a lo largo de su existencia. El confort, el placer, el bienestar material, incluso el éxito profesional y económico, no son, en ningún caso, garantías de esta calidad relacional.