De mis otros tres abuelos también tengo recuerdos vitales, atesorados. No fue solo quererla y dejarla quererme, de esa manera gratuita que tienen los abuelos: a veces regañones, generalmente cariñosos, siempre generosos, todos mis abuelos fueron para mí una parte muy importante de mi vida. Pero lo que pude tener con Elsa fue tanto una educación como una conversación. Creo que es porque siempre me hizo reír, o quizás me río porque ella me inculcó sus mismas diversiones.