Recordé la pregunta que Nishino me había hecho: ¿Cómo se consigue amar a alguien? Y eso que tú eres capaz de amar con tanta facilidad, lo maldije para mis adentros.
Y eso que eres capaz de hacerlo todo con facilidad, pensé. En ese momento, el pulcro Nishino me repugnó. Me repugnó tremendamente, incluyendo el «buen» sexo con él. Quise decirle que se largara. Pero no lo hice. Porque sabía que, en el fondo, que sintiera repugnancia hacia él significaba que sentía repugnancia hacia mí misma.