En este mundo de absoluta inutilidad, de inútil humildad e inútil dominación, el grado más alto que la pasión, el deseo y el impulso creativo pueden alcanzar es un capote nuevo que tanto a los sastres como a los clientes les encanta ponerse sobre las rodillas. No estoy hablando del aspecto moral ni de la lección moral. En un mundo así no puede haber lección moral alguna porque no hay alumnos ni profesores: este mundo es, y excluye todo aquello que pudiese destruirlo, de modo que cualquier mejora, cualquier lucha, cualquier propósito o esfuerzo moral resultan tan absolutamente imposibles como