Tantas muertes tan solas. Siento en mi cuerpo toda la tristeza del mundo y estoy en silencio esperando a que termine de comer, a que se acicale y se acueste a descansar. Siento que la vida me sobrepasa. Siento en el pecho un peso y un vacío, siento mi corazón convertido en dodo, en ave que no vuela, en animal extinto. Siento ganas de decirle «mi» tristeza, para dejar claro que no la siento como una tristeza errante sino como una tristeza nativa, en conversación simbiótica con mi cuerpo.