propio de la escritura es conservar y reproducir —es decir, acumular— una palabra que de otro modo se desvanecería o quedaría registrada fugazmente en nuestras frágiles memorias. Esta «palabra huérfana», según la expresión de Platón, «incapaz de socorrerse a sí misma», es, en realidad, una tecnología que prolifera en todas las instancias sociales y las transforma de raíz.7