Filosofía de la composición

Resolví diversificar, y así acrecentar, su efecto, siendo fiel por lo general a la monotonía del sonido, pero variando todo el tiempo el pensamiento; es decir, decidí que continuamente produciría nuevos efectos variando la aplicación del estribillo, mientras éste permanecía en su mayor parte invariable.

placer únicamente es producto de la sensación de identidad, de repetición.

clave de su efecto reside en la monotonía, tanto de sonido como de pensamiento.

universalidad de su uso me bastó como garantía de su valor intrínseco

un eje alrededor del cual girara toda la estructura

Una vez decididos la extensión, el dominio y el tono, me entregué a la inducción ordinaria para dar con alguna suerte de condimento artístico que me sirviera como clave para la construcción del poema;

Considerando la Belleza, pues, como mi dominio, la siguiente cuestión tenía que ver con el tono en su más alta manifestación; y la experiencia siempre me ha demostrado que dicho tono es la tristeza. La Belleza de cualquier tipo lleva, en su forma más elevada, invariablemente al alma sensible a las lágrimas. La melancolía se presenta, por lo tanto, como el más legítimo de los tonos poéticos.

obstante, si bien la Verdad –como satisfacción del intelecto–, la Pasión –como excitación del corazón– son hasta cierto punto alcanzables en poesía, se logran, mucho más fácilmente con la prosa. Sucede que la Verdad exige una precisión, y la Pasión una simpleza (los verdaderamente apasionados saben a lo que me refiero)

Ese placer que a la vez es el más intenso, elevado y puro de todos, se encuentra yo creo en la contemplación de lo bello.

Belleza es la única y legítima patria del poema.