Los fundamentalistas de la verdad no aceptan “23” como respuesta. Son adalides de lo cierto, saben que 23, en realidad, significa algo entre 23 y 24, y esa imprecisión los saca de quicio.
Nosotros preferimos que nos mientan. Nos gusta 23, no porque lo creamos cierto, sino porque para aquello que nos interesa (el levante), nos da toda la información que necesitamos. Más precisión (los días, los minutos, etc.), lo que nos llevaría de la mentira útil a la verdad inoperante, nos sobra, nos hace ruido.