propio Heidegger habla de un «mero trabajar», al que se rebaja el pensamiento si no se atreve, impulsado por el Eros, a entrar en lo «no recorrido», en lo no calculable. El pensamiento se hace «más fuerte», «más inquietante» en el momento en que, tocado por el aletazo del Eros, intenta llevar al lenguaje al otro atópico, carente de lenguaje.