Como afirma Miguel Perlado, todos tenemos rasgos que nos harían susceptibles de ingresar en una secta porque buscamos atajos para no pensar, formas simples de resolver los problemas; porque todos, podríamos añadir, regresamos a posiciones infantiles y utilizamos inconscientemente mecanismos de escisión, negación y pensamiento mágico en los momentos de más angustia e incertidumbre, y es ahí cuando podríamos recurrir a un líder o a un gurú que se propone como guía.