—Quiero —dice—. Ese es el problema. Quiero, quiero y quiero.
—¿Qué quieres? —pregunta Oak, con voz suave.
—Todo. Encántame. Desgárrame. Destrózame. Ve demasiado lejos.
Él se estremece ante sus palabras y niega con la cabeza.
Ella continúa y susurra con la boca pegada a su piel.
—No lo comprendes. Soy un abismo que nunca se llenará. Soy hambre. Soy necesidad. No puedo saciarme. Si lo intentas, te tragaré. Me lo llevaré todo de ti y querré más. Te usaré. Te vaciaré hasta que no seas más que una cáscara.
—Pues úsame —susurra el príncipe, con la boca en su garganta.