Procesos de la noche

Que sepan los que te mataron que pagarán con sangre.
Que sepan los que te dieron tormento que me verán un día.
PABLO NERUDA

Según el Corpus diacrónico del español (CORDE) la palabra desollado aparece ciento ochenta y tres veces en ciento treinta y cuatro documentos históricos y literarios. En la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1568), de Bernal Díaz del Castillo, se atribuye a Cuauhtémoc –Guatemuz, dice él– haber enviado las “caras que habían desollado, y pies y manos de nuestros soldados que habían sacrificado” a pueblos como Matalcingo –hoy Toluca– y Malinalco para mostrar a sus pobladores cómo habían matado a los españoles y animarlos a terminar con el resto de las tropas conquistadoras.

Entonces surgirá tu luz como la aurora
y cicatrizarán de prisa tus heridas;
te abrirá camino la justicia
y la gloria del Señor cerrará tu marcha.
ISAÍAS, 58: 1-9

Casi al unísono preguntamos: ¿En qué sentido es ofensivo que una familia hable de buscar justicia? ¿En qué podría ser ofensiva una manta que los ha acompañado en tantos eventos? ¿Es más importante la percepción de cualquier persona que el sentir de las víctimas? ¿En qué momento la palabra justicia se volvió impropia en nuestro país?

La noche ya está entre nosotros, pero la luna llena ilumina el Camino del Andariego que se pierde en el horizonte. El mensaje que Marisa imaginó que Julio nos diría brilla sobre la cruz negra: de algún modo, Julio anduvo hasta llegar a su estrella.

¿En qué momento la palabra justicia se volvió impropia en nuestro país?

En el mercado victimizador que es México hay quienes valen más que otros. Una víctima cuya reparación no será cubierta por los medios de comunicación no es tan importante como otra que lleva los reflectores a donde vaya; una víctima que no es politizada o que no demanda activamente el cumplimiento de la justicia es más valiosa de reparar

entre menos persona veamos a la víctima mejor, para qué decir: Julio, veintidós años, padre de una bebé, esposo de una mujer, hijo de una madre, eso podría, no sé, acercarnos un poco a la víctima, sentir por un momento que podemos ser iguales a esas personas violentadas.

la primera barrera entre la justicia y las personas es el lenguaje.

¿Qué país es este, señoras y señores, diputados y senadores, para que una niña tenga que sentarse a escribir no sólo sobre el asesinato, sino del desollamiento? ¿Por qué nadie la llevó a la playa? ¿Por qué nadie le cortó buganvilias? ¿Quién le dijo: “Siéntate y acuchíllate y escribe sobre este suceso atroz que finalmente nos concierne a todos”?