Las semillas híbridas y los perjudiciales químicos han contribuido a la desertización, pues las nuevas plantas requieren de un elevado consumo de agua. Si no hay suficiente agua disponible, se explotan las aguas subterráneas, lo que hace emerger las capas salinas de la tierra, que impiden cualquier cultivo posterior (1995: 200 y ss.). Las áreas deforestadas son cada vez mayores: se talan bosques por el valor de su madera o para producir pulpa de papel. También se destruyen bosques y selvas para plantar alimentos (sobre todo, soja) que puedan alimentar al ganado estabulado: el forraje de las nuevas plantas es imposible de digerir para los animales (1995: 180 y ss.; también 228). Según estimaciones de la FAO, el 70% de la producción de grano a escala mundial se destina al alimento de ganado y animales de granja, algo que se podría evitar utilizando forraje o herrén procedente de la agroecología. Como hemos mencionado ya, este modelo agropecuario está directamente relacionado con la emisión masiva de gases de efecto invernadero. Y con la exacerbación de desigualdades de género en las esferas económica, social, familiar y cultural.