aunque yo sepa, en mi fuero interno, que tengo tanto derecho a pasar como el prógnata chimuelo, le cedo el paso, porque él va en coche y si cruzo, me atropella. Esta es una de las diez millones de pequeñas humillaciones que sufrimos a diario todos los mexicanos. Sabemos que todos tenemos los mismos derechos, pero muchas veces no estamos en condiciones de exigir que se nos respeten.