Guerra Mundial Z

Bueno, aunque aquello no fuese un golpe territorial, aunque se tratase de una matanza religiosa o de un ajuste de cuentas entre tribus, nadie dejaba tirados cincuenta kilos de marrón[8] en bruto de primera clase, ni unos fusiles de asalto en perfecto estado, ni unos valiosos trofeos personales, como relojes, reproductores de minidisc y localizadores GPS.

Me han contado que algunos capitanes se acercaban a una zona vacía de mar abierto y los tiraban a todos por la borda. Eso podría explicar los primeros casos de nadadores y buceadores que desaparecieron sin dejar rastro, o por qué la gente de todo el mundo decía que los veían salir del mar

Por fin me contó que el niño salió llorando del agua con una marca de mordisco en el pie y sin saber lo que había pasado, porque el agua estaba muy oscura y fangosa. A su padre no lo habían vuelto a ver.

Encontré al «paciente cero» encerrado en una casa abandonada al otro lado del pueblo. Tenía doce años,

que la medicina no es más que una forma de engordar sus cuentas bancarias

tiró las llaves del coche y me dijo que metiese a los chicos en el Suburban. Él salió corriendo al patio, mientras nosotros nos dirigíamos al garaje. Oí cómo se disparaba su arma cuando arrancaba el motor.

Al excluir el factor humano, ¿no nos arriesgamos a crear un distanciamiento emocional que, Dios no lo quiera, podría llevarnos a repetir la historia? Y, al final, ¿no es el factor humano la única diferencia real entre nosotros y el enemigo al que ahora nos referimos como «los muertos vivientes»?

el tema de la batalla de Kukulcán,

libro, Castillos de la Guerra Zombi: El continente

Empecé a cojear, chapoteando en dirección a la autopista con más de cien emes pegados a mi culo. Debíamos de tener una pinta graciosa, como una carrera frenética de lisiados