La clase de griego

Aunque cada tanto ocurra algo que valga la pena recordar, se borra sin dejar rastro alguno, sepultado bajo la mole gigantesca y opaca del tiempo.

Poco a poco te avasalla la sensación de que el tiempo, cual lento y cruel fluir de una sustancia descomunal, te atraviesa en todo momento de parte a parte.

«El mundo es una ilusión y la vida es un sueño»

«Pero era una senda demasiado terrible», murmura desde un lugar más profundo que la lengua y la garganta.

Era un silencio frío y extraño, como una sombra sin cuerpo, como el tronco vacío de un árbol muerto, como la materia oscura que llena el espacio sideral.

Por aquel entonces el terror era todavía algo vago y el dolor vacilaba en desplegar su infierno abrasador en el vientre del silencio

El lenguaje, que la aprisionaba y la hería como una prenda hecha con miles de alfileres, desapareció de un día para otro

Un silencio anterior al habla, anterior incluso a la existencia, absorbía el fluir del tiempo y la envolvía por dentro y por fuera como una esponjosa capa de algodón.

El no poder dormir le ponía los nervios de punta y a veces un dolor inexplicable le atenazaba la boca del estómago como un hierro candente.

pensó que parecía un mapa antiguo que marcaba el camino por donde habían fluido las lágrimas.