Él la habrá dejado moverse todo lo que haya querido, y levantarse y sentarse y ponerse en cuclillas hasta encontrar la mejor posición para traer al mundo al bebé. Él no la habrá obligado a acostarse de espaldas, porque una posición así para parir es un disparate. Él le habrá dado un masaje y la habrá tranquilizado, y eso ha tenido que ser una forma de nacer muy bonita.