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David Uclés

La península de las casas vacías

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  • Almudena Anéshas quoted14 days ago
    Miguel Delibes

    «En las guerras no gana nadie, pierden todos; eso aprendí
  • Almudena Anéshas quoted21 days ago
    Federico García Lorca

    «Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos».
  • Adal Cortezhas quoted24 days ago
    Manuel Azaña
    En el segundo aniversario del golpe de Estado, el presidente de la República dio un discurso en el célebre Saló de Cent, ubicado en el corazón del ayuntamiento de Barcelona. Durante una hora y doce minutos proclamaría la necesidad de llegar a un armisticio y de terminar con aquella guerra. No sirvió para nada, quizás solo para otorgar algo de poesía a los discursos que se emitían de forma constante por ambos bandos. He aquí una de sus partes más famosas:

    «Cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio íbero vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres que han caído magníficamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los relumbres de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad, perdón».
  • Adal Cortezhas quoted25 days ago
    Cada hombre tenía una tarea. Por ejemplo, un tal Rufo se encargaba de recorrer el laberinto de trincheras reptando por el fondo; debía enganchar una amapola en los tobillos de todos los infantes que portaban arma de guerra para darles suerte. Rufo iba jadeando y con la lengua fuera, negra de pólvora. En el bando contrario, otro Rufo hacía lo mismo, pero en lugar de engancharles amapolas les cosía un escapulario donde se podía leer bordado: «Detente bala. El Sagrado Corazón de Jesús está conmigo».
  • Adal Cortezhas quoted25 days ago
    —La experiencia es una llama que no alumbra sino quemando.
    —¿Y eso?
    —Se lo leí a Galdós. No sé, me vino a la mente.
  • Adal Cortezhas quoted25 days ago
    Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor. Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha.
  • Almudena Anéshas quotedlast month
    Ramiro de Maeztu

    «Ahí las tienen ustedes. Son dos Españas, contrarias, antagónicas, colocadas frente a frente […]. Una es la España oficial, la que se mira solo al estómago; otra es la nueva, la que se mira a los brazos».
  • Almudena Anéshas quotedlast month
    José María Pemán

    «Una mano secreta desde la noche oscura ha ordenado una siega satánica de cruces».
  • Almudena Anéshas quotedlast month
    Dios no entiende de colores, solo de formas
  • Almudena Anéshas quotedlast month
    María perdió de golpe todos los líquidos retenidos. La poca luz que entraba por el cierre abombado de la ventana de su dormitorio dejaba intuir la transformación de la mujer. Su cuerpo cambió poéticamente de volumen: las pulposas manos le enflaquecieron, y lo que antes fueran vejigas, ahora eran tallos de camueso; la papada, antes tajada, se hizo gajo hueco; los pechos pasaron de calabazas a agracejos; el torso, de muela de molino a listón de palé; el abdomen, de orza a buche de gallo; el sexo, de oreja de burro a pliegue de párpado; el trasero, de pandero a octava de pan; y las piernas y los pies, de virtuosos troncos de coscojas a pulidas varas de arriero.
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