En resumen, en Topo, por minúsculo que fuera el lugar, había, pese a todo, sitio para dos sistemas de civilización, la del teniente Grappa, más bien a la romana, que azotaba al sumiso para extraerle simplemente el tributo, del que, según la afirmación de Alcide, retenía una parte vergonzosa y personal, y el sistema de Alcide propiamente dicho, más complicado, en el que se vislumbraban ya los signos de la segunda etapa civilizadora, el nacimiento en cada tirador de un cliente, combinación comercial o militar, en una palabra, mucho más moderna, más hipócrita, la nuestra.