Al principio, el impacto te desgarra por dentro. Te arranca el aire de los pulmones hasta que sientes que te asfixias y el frío te congela la sangre. Te falta el oxígeno y te quedas sin fuerzas para nadar hacia la superficie. Te hundes en una masa de agua oscura, donde no encuentras ninguna salida. Te ahogas, mientras te preguntas si has tomado la decisión correcta.