Minutos, horas, puede que días. Perdí la noción del tiempo y de mi propia consciencia. Había saltado al vacío con miedo y sin coraza y el golpe había sido demasiado grande. No sabía quién era, dónde estaba, ni siquiera lo que sentía. Me encontraba a la deriva, donde solo veía espejismos de una realidad que me costaba aceptar. Porque nada puede doler tanto y salir indemne.
Al principio solo quería saber, y ahora deseaba olvidarlo todo.