Agua viva

He venido a escribirte. Es decir, a ser. Ahora son las cinco y media de la mañana. No tengo ganas de nada, estoy pura. No te deseo esta soledad. Pero yo misma estoy en la oscuridad creadora

Escúchame, escucha el silencio. Lo que te digo nunca es lo que te digo y sí otra cosa.

No sé sobre qué estoy escribiendo; soy oscura para mí misma. Sólo tuve inicialmente una visión lunar y lúcida, y entonces capturé para mí el instante antes de que muriese, y que perpetuamente muere.

Porque la luna llena da un insomnio leve, embotado y somnoliento como después del amor.

Yo, expuesta a la intemperie, yo, inscripción abierta en el dorso de una piedra

alcanzo a través del sueño. Yo te invento, realidad.

Parambólica es lo que soy. No puedo resumirme porque no se puede sumar una silla y dos manzanas. Yo soy una silla y dos manzanas. Y no me sumo.

Pero el instante-ya es una luciérnaga que se enciende y se apaga. El presente es el instante en que la rueda de un automóvil a gran velocidad toca mínimamente el suelo. Y la parte de la rueda que aún no lo ha tocado, lo tocará en un futuro inmediato que absorbe el instante presente y hace de él pasado.

¿Qué estoy haciendo al escribirte? Estoy intentando fotografiar el perfume.

Soy consciente de que todo lo que sé no lo puedo decir, sólo puedo pintando o pronunciando sílabas ciegas de sentido. Y si tengo que usar aquí palabras, tienen que tener un sentido casi únicamente corpóreo, estoy en guerra con la vibración última.