—Mejor como yo que como el señor celibato. Dime, Tyler, ¿ya tienes túnel carpiano en la mano derecha?
Le arrojé un cojín a la cabeza.
—¿Te estás ofreciendo para ayudarme?
Sean esquivó el cojín sin dificultad.
—Solo tienes que pedirlo, cariño. Apuesto a que podremos darle un buen uso al aceite bautismal.
Gruñí.
—Irás al infierno.
—¡Tyler! —dijo papá—. No le digas a tu hermano que irá al infierno