Feral

Para sobrevivir vibramos tan bajo que fuimos subterráneas.

Hay veces que esta fiebre de memoria duele en los huesos. Hay días que no queremos seguir, y el tejido conjuntivo que somos, se inflama. Pero sabemos que para sanar debemos juntar los pétalos de estos recuentos, de estos cantos de tiempo de lluvia roja. Somos anfibias, y andamos a tientas por las vidas ajenas: a ver si así aprendemos a respirar mejor en el nuevo mundo de arriba.

Ellas son las que miran, las que duermen, las que sueñan. A nosotras nos dio la fiebre de memoria. A tientas vamos rescatando documentos de ese mundo pasado, caduco; testimonios del colapso, palimpsestos apocalípticos, recuerdos de la resistencia, para poder entender cómo llegamos aquí y para poder todas germinar algún día como maíz, como brotes tiernos, como flores que embriagan.

La línea del tiempo y del espacio se distiende, una línea tenue entre la vida y la muerte, entre la justicia y le venganza, entre vivir y sobrevivir. Estas líneas y linajes que nos vinculan con nuestros fantasmas. Un palimpsesto. Una hilera de cruces rosas hasta el horizonte. Palabras que son alas, balas, te están buscando.

Tengo tanto que aprender, que escuchar, tanto por hacer, por recuperar.

Paolo dice que, por ejemplo y a diferencia de Egipto, acá las pirámides no se construyeron oprimiendo esclavos. Que hacer pirámide, domesticar monte, era tequio. Es una idea profundamente bella. A diferencia de sus colegas marxistas que ven la opresión en todas partes, él lo que lee es colaboración, trabajo comunitario.

No se puede defender la causa perdida, hay que buscar más dinero para lo que ya se está haciendo que es urgente. Y el tema del monte no es bueno para el dinero. Qué intereses hay allí metidos hasta lo más profundo de nuestra vida cotidiana y también de nuestras instituciones, me pregunté en la entrevista. ¿Y quién los frena si no mujeres con picos y palas? Ralentizar. Hacerlos frenar. Si el tiempo es dinero entonces hacerlos perder tiempo, aunque sea. Que su proyecto aquí les cueste demasiado caro.

Cuando se trata del territorio de la gente, les importa menos o conmueve menos, pero si se habla de patrimonio de la humanidad, pronto hace ecos

Una jaula de ramas, no, de raíces. Unas raíces entrelazadas hasta hacer un refugio, un nido, una jaula, tal vez. O una casa de raíces. Raíces gruesas color ceniza contendiendo la oscuridad dentro. ¿Resguardando lo que está dentro o a quienes quedaron fuera? A un lado, una piel vacía. Muda de piel, de exoesqueleto, exuvia.

Esta escritura de ceniza, estas palabras surco en el tiempo, ¿qué cuentan, qué dejan de contar que nadie más contó? ¿Será que en ti darán flor y fruto? Abre la boca. Sigue.