Dicho esto, quiero terminar este libro sobre las palabras advirtiendo que, hasta donde sabemos, solo los humanos tienen cerebros poblados de palabras. Es, por tanto, una característica de nuestra especie, que no nos hace ni mejores ni peores, pero que nos hace distintos al resto (del mismo modo que los murciélagos, las ratas de campo, los elefantes o los caballitos de mar no son mejores ni peores, pero son distintos también, cada especie con sus características)