—Tu madre tiene que estar orgullosa de ti, Jenny. Eres buena estudiante. ¡Y tan virtuosa con el chelo! Siempre le digo a mi Eunice que las buenas escuelas de música sacan lo mejor de uno, pero ¿tú crees que me escucha?
—¡Sookie-ssi! —le grita una de las mujeres de dentro.
—¡Voy! —grita ella, y mientras ella vuelve yo sigo mi camino hacia la puerta de al lado.