dos cualidades esenciales del mindfulness: la atención y la conciencia. La atención es la habilidad de centrarnos fácilmente en la tarea que estamos realizando durante un periodo de tiempo prolongado. La conciencia es la habilidad de tomar elecciones acertadas sobre dónde centrar nuestra atención. La efectividad óptima se consigue cuando estamos al mismo tiempo enfocados y conscientes.
La atención y la conciencia son complementarias. La atención nos permite tener una conciencia más estable, y la conciencia nos permite centrarnos en lo que estamos haciendo. Ambas funcionan conjuntamente. Cuanto más atentos estamos, más conscientes somos, y a la inversa. Con la práctica del mindfulness, reforzamos al mismo tiempo la atención y la conciencia.
El mindfulness se puede presentar en una matriz de dos por dos, tal como muestra la figura 1.3.
En el cuadrante inferior izquierdo, no estás enfocado y no eres consciente. No hay nada bueno que puedas sacar de esta situación; muchos de los errores que cometemos se producen en este estado mental. Y en el liderazgo, del mismo modo que, en cualquier otra faceta, esto puede ser muy peligroso. Si estamos distraídos y vamos con el piloto automático, no esta