Un libro luz. Un poemario que habla bajito, musita e invita a una intimidad chiquita, compartida desde los ojos ciertos, y sin embargo es contundente y decisivo.
Un viaje de autodescubrimiento que nos dice piedra libre a todos. Un cielo bajo techo. O un patio sin paredes. Un lenguaje de revelaciones, de silencios elocuentes, de palabras enhebradas con ternura y en primera persona pero incluyendo a un generoso nosotros.
Carmen López Lacarrere escribe como es. Delicada y sugerente, sutil y en equilibrio.
Lo que no es poco, eso de ser coherente en cuerpo y alma.
Eternas instantáneas es placer sereno que, como su título muy bien elegido decreta, es para ya, para ahora, para siempre.
Bibi Albert