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Neva Altaj

Darkest Sins

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  • danial3has quoted7 months ago
    Supongo que olvidé que la esperanza es un lujo al que las almas condenadas como yo no tienen derecho
  • danial3has quoted7 months ago
    . Necesito esa mano—, murmura, mirando nuestras manos.

    —No, no lo haces—.

    Sus cejas perfectas se levantan en cuestión. —¿Porque?

    —Porque tienes dos—, gruñí.

    Esta mano es mía. Ella me lo ofreció libremente y no la entregaré a menos que sea absolutamente necesario
  • Farihas quoted7 months ago
    —¿No hay 'gracias por salvarme la vida'? — murmuro.
    Mi misterioso desconocido se detiene, pero no se gira para mirarme.
    —Estás viva, ¿no?
    —Sí.
    —¿Entonces?
    —Ese es el mayor 'gracias' que alguien haya recibido de mí, cachorro
  • Farihas quoted7 months ago
    Puede que sea imprudente, pero estúpida no.
  • Farihas quoted7 months ago
    Uno de mis antiguos colegas tenía un dicho: “Nunca supongas que alguien está muerto hasta que tenga un agujero en la cabeza”. Es un mantra sólido.
  • ayelen fontellahas quoted9 months ago
    Dame un objetivo y lo eliminaré en menos de veinte segundos. Pero esto (la gente corriente) no lo entiendo.
  • ayelen fontellahas quoted9 months ago
    no permitiré que una amenaza potencial viva cerca de mi cachorro de tigre.
  • ayelen fontellahas quoted9 months ago
    de mis antiguos colegas tenía un dicho: “Nunca supongas que alguien está muerto hasta que tenga un agujero en la cabeza”. Es un mantra sólido.
  • alesinhas quoted10 months ago
    Cállate, Belov—, gruñe Kai, su mirada sin dejar la mía. —Tú eres mi razón de vivir, cachorro. Y, en esta vida, no necesito una firma ni una ceremonia para confirmar que eres mía. Lo eres. Y soy tuyo, cada célula de mi cuerpo. Hasta mi último aliento. E incluso cuando muera, en cualquier otra vida que me aguarde—. Él ahueca mi apoya la mejilla en la palma de su mano e inclina la cabeza de modo que nuestras narices casi se tocan. —Pero quiero hacer esto bien—.
  • alesinhas quoted10 months ago
    —Jesús, joder—. Kai suspira a mi lado y aprieta el puente de su nariz. —Ese no es un sacerdote, Belov—.

    —¿Qué?

    —Éste— Kai hace un gesto al primer hombre que salió de la camioneta —con el vestido negro... ¡Es un puto JUEZ!
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