Gozo

voy casi siempre distraída, pero no solo por las prisas o con mis cosas, sino con los edificios a los que me gustaría acceder. Imagino la vista que desde ellos tendría, cómo sería disponer mis libros, mis cuadernos y bolígrafos con un horizonte distinto.

Tantas veces he tenido que explicar por qué me fui allí aquel tiempo que ya no sé si las razones que repito de memoria son las ciertas o se han convertido en una ficción que me diviert

«Vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse», escribió Georges Perec.

cómo va una a permitir que la consideren holgazana o maleante durante un año.

Tantas veces he tenido que explicar por qué me fui allí aquel tiempo que ya no sé si las razones que repito de memoria son las ciertas o se han convertido en una ficción que me divierte

En la ciudad grande soy eficiente, el estrés resulta ameno (ya se sabe lo que se elige entre el dolor y la nada). En la isla, en cambio, vivía de mirar el cielo,

Quizá entonces la fotografía turística sea, a pesar de todo, la función poética del espacio. O, como dicen unos versos: «El lugar donde tú dices mi nombre no para llamarme». El lugar donde retengo el espacio no para habitarlo.

Si me nombran, existo; si me miran, estoy. Y si me fotografían, permanezco.

Mientras ojeo algunos álbumes en casa, pienso que estoy bastante segura de que lo que hace ahora la fotografía es lo que antes hacía el nombre: dar posesión y realidad.

no deja de ser asfixiante el modo en que un paisaje se reduce a una experiencia estética de baratillo: ya que es bonito, hágase una foto en este punto en el que está y no olvide recomendarlo.