Alice, los dos sabemos que no serías capaz de hacerlo. No eres esa clase de persona.
—No soy una persona.
Lo dijo de forma rotunda, y él suspiró.
—Vale, pues te lo diré así: si lo matas, lo convertirás en un mártir. Su gente nunca te apoyará.
—No quiero el apoyo de unos sádicos que son capaces de cualquier cosa con tal de satisfacer su necesidad de creación. Quiero gente buena, gente que quiera ser feliz, no hacer infelices a los demás.