Porque no se trata de una duración. No se sitúa en el tiempo, no es el «nunca más» sino un «nunca jamás». «Jamás» es una palabra intensa, y de intensidad se trata, o así lo entiendo. Lo infinito de la ausencia es ahora, en cada momento. ¿En cada uno de los momentos? Bueno, en cada momento en el que te recuerdo, es decir, en cada imagen tuya. En otros momentos, no. Y hay otros, por qué negarlo, en los que no estás presente porque me ocupen otras cosas. Entonces es cuando me siento culpable por recordarte siempre-pero-no en todo momento, por no mantener suficientemente tenso el hilo.