Deja de decir mentiras

éramos perfectos desconocidos y resulta que me propone, a bocajarro, llevarme a no sé dónde para hacer no sé qué.

Le digo: te sigo.

l amor son las bocas que se buscan, que se enganchan, los labios que se muerden, un poco de sangre,

estoy convencido de que eso no existe, semejante rapidez, semejante facilidad

éramos perfectos desconocidos

la tristeza que me asalta ante tanto esplendor marchito.

Se trata de una hipótesis que ni siquiera es concebible, que no entra de ninguna manera en el campo de posibilidades, que supera con creces mi imaginación

mi futuro está envuelto en la niebla, y me da absolutamente igual.

Lo que me fascina es la violencia de lo que significan, de lo que encierran: la inferioridad que expresan, al mismo tiempo que el amor subyacente que revelan, el amor vuelto necesario por mi partida, inevitable, el amor hecho posible por ella, también.

porque tú no eres como los demás, porque solo se te ve a ti, aunque no te des cuenta.
Añade esta frase, para mí inolvidable: «porque tú te marcharás y nosotros nos quedaremos».
Se me saltan las lágrimas transcribiendo estas palabras.

lo he captado, todo me vale, todo me parece bien, todo es compartido.