Tales interrogantes, tales exigencias de confirmación de la fe en Dios parecen estar justificados:
— No fe ciega, sino responsable: el hombre no debe ser espiritualmente violentado, sino convencido con razones para que pueda tomar una decisión de fe responsabilizada.
— No fe ayuna de realidad, sino conectada con ella: el hombre no tiene que creer sin más, sin requisito de verificación; sus afirmaciones deben, más bien, ser confirmadas y acreditadas en contacto con la realidad, en el horizonte de las experiencias del hombre y la sociedad actuales; deben, en fin, estar respaldadas por la experiencia concreta de la realidad.