, no, me temo que en México, don Maximiliano, no tenemos ninguna espada de Carlomagno, ¿ah? Y en cuanto a joyas que hayan quedado del Imperio de Iturbide, o de la época de los virreyes, yo no podría decirle nada… Miento, ¿ah?, ahora recuerdo que la espada del emperador Iturbide está en la Sala del Congreso, sí, sí. Y la corona tal vez también… pero se me ocurre, don Maximiliano, que las verdaderas joyas de México son los dones que le ha dado al mundo: el tomate, ¿ah?, el chocolate que su antecesora la emperatriz doña María Teresa puso de moda en Austria y la emperatriz Eugenia en París, el tabaco, ¿ah?, la vainilla…