Ser residente no es solo aprender a diagnosticar y memorizar protocolos de atención. Es, sobretodo, aprender a tomar decisiones difíciles con pocas horas de sueño, es valorar la salud desde la enfermedad. Es enfrentarse al dolor ajeno mientras el propio se mantiene en silencio.
Este libro es un retrato honesto de lo que significa crecer con altos niveles de exigencia para brindar salud a la sociedad. Para quienes alguna vez se han preguntado de dónde salió ese especialista, qué hay de su formación o, sencillamente, jamás te lo has preguntado porque, como pacientes, damos por hecho que el de la bata blanca se las sabe todas, ignorando por completo cuan sacrificado fue llegar hasta allí.
Hay experiencias que te transforman y con el tiempo se te olvidan. Yo decidí que esta no iba a ser una de ellas. Fue entonces cuando inicié, en algún pasillo del hospital, a escribir Memorias de una residente, para plasmar lo que hasta ahora me ha moldeado.
Memorias de una residente es un libro que se lee y se siente. Te pasea por escenas de incertidumbre, coraje, valentía, ciencia y amor de los que muy pocos clínicos se atreven hablar.
