También con poesía, Alberto une su canto al del coro que, todavía no ganado completamente para la alineación, busca un sentido a su propia vida y no ceja en proyectarse hacia lo inaudito, lo excepcional, la rotunda belleza que está por ganar y que sabe ocluida por el falso cielo de celofán y tontería que promete la producción capitalista y sus mercancías. Belleza por debajo de todo lo desvaído y atufado. Belleza desmayada que hay que levantar de nosotros mismos para que nos ayude a caminar por la vida nueva que sigue siendo nuestro ansiar común, nuestro sueño contra todo lo que nos esclaviza en nombre de lo real y lo sensato.