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Alessandro D'Avenia

Presente

¿Qué sucede cuando, al pasar lista en clase y pronunciar un nombre, la respuesta «¡presente!» se convierte en un gesto de adhesión decidida y valiente a la vida? Que la existencia de quien responde se pone de nuevo en marcha.
Esto es lo que cree Omero Romeo, quien a sus 45 años, cinco después de haberse quedado ciego y abandonar la docencia, es admitido en un instituto como profesor suplente de Ciencias del último curso de Bachillerato, en una clase en la que han sido reunidos los diez «casos perdidos» de la escuela. El desafío parece imposible para él. Inventa una nueva forma de pasar lista, convencido de que, para salvar el mundo, hay que salvar cada nombre.
Diez años después del libro revelación Blanca como la nieve, roja como la sangre, Alessandro D'Avenia vuelve a narrarnos una historia sobre el amor, la escuela y los jóvenes como solo sabe hacerlo alguien que vive ese mundo en primera persona. Una novela sobre lo que no se ve, porque quizá para ver de verdad es mejor cerrar los ojos y usar otros sentidos…
La historia de Omero y sus muchachos destila la esencia de la relación entre un maestro y sus discípulos, una relación que les lleva a mirar el mundo con ojos nuevos y que puede ser el comienzo de un giro radical en sus vidas.
352 printed pages
Copyright owner
Bookwire
Original publication
2022
Publication year
2022
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Impressions

  • juan diego esquivias padillashared an impressionlast year
    💀Spooky
    🔮Hidden Depths
    💡Learnt A Lot
    🎯Worthwhile

Quotes

  • juan diego esquivias padillahas quotedlast year
    MATÍAS
    Soy yo. ¡Presente! He estudiado Filología y ahora soy profesor. Publiqué mi primer poemario hace algunos años. Se titula Tierra Madre. Hay una poesía dedicada a tu padre, con unos versos que dicen: «Esta es tu vocación: no sufra de soledad la tierra, / aunque el precio sea la tuya. / Nada de lo que vale se ha pagado nunca poco».
  • juan diego esquivias padillahas quotedlast year
    Nuestros relojes son hijos del miedo a la muerte, algo que avanza y tañe, inexorable, la campana final. Ahora he descubierto que el tiempo también se puede medir con el olfato. En China, hasta finales del siglo XIX existieron relojes de incienso. Una antigua tradición que medía el tiempo con el aroma. Los maestros artesanos construían elegantes cofres perforados y dentro de ellos, aplicaban sobre una sutil capa de brasas un molde de metal, que grababa entre las brasas un surco en forma de figura o de alguna letra y en el canal que resultaba de ello se vertía el incienso. El resultado era una escultura en relieve que se quemaba en un tiempo proporcional a su longitud. Los relojes más refinados quemaban varias esencias, de forma que cada segmento de tiempo desprendía un aroma distinto. Un aroma que acompañaba la conversación, la lectura, las ocupaciones cotidianas y no iba marcando su pérdida, sino su cumplimiento. N
  • juan diego esquivias padillahas quotedlast year
    muerte no es un muro, sino una luz que, finalmente, hace evidente todo lo que has amado, todo el amor dado y recibido.
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